Soy inquieta, tanto, que el orden me desespera. Me da paz, si, pero no me dura más de 5 minutos. Saco mis delicas, mis rocallas, mis piedras semipreciosas, mis cuerdas, mis cueros y los disperso por la mesa de trabajo. Ahí me los miro, suspiro, pongo y quito, y armo y desarmo y vuelvo a suspirar. Y al final, doy con algo que parece que..., puede ser que... me guste.
Este es el resultado de mi trabajo. Deseo que os guste tanto como me gustan a mí.
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